Un “manotazo de ahogado”

Ciencia, política y megaminería

Por Manuel Fontenla

Finalmente, el gobernador Raúl Jalil, visito Andalgalá. Lo hizo de manera exprés, evitando cruzarse con los vecinos de Choya reprimidos por la policía, con los asambleístas que caminan hace más de 650 sábados y sin acercarse al corte selectivo en el camino de altura a Agua Rica. Es decir, evitando todos los puntos de conflicto que mantienen a Andalgalá en un clima de hostilidad social hace meses, por no decir años.

Que Jalil se haya tomado meses para poner un pie en Andalgalá, es la más clara prueba de la falta de legitimidad social con la que cuenta la megamineria en ese departamento. En la principal provincia megaminera del país, en la que tiene más historia y más trayectoria, en la provincia que por excelencia se autodefine como “Minera”, es un síntoma inmenso el que su gobernador no puedo pisar el distrito con el mayor proyecto de explotación. Síntoma de una enfermedad que sus adictos se niegan a reconocer. Esa falta de legitimidad política y social, espera el gobierno pedírsela prestada a la Ciencia, con su propuesta de una Mesa científica.

Sin embargo, ¿que sabemos en nuestra historia reciente de la relación entre ciencia y megamineria? ¿Hay experiencias donde la ciencia haya dirimido un conflicto social? ¿Puede un informe científico servir para lograr un consenso social?

Me gustaría señalar dos caminos para responder estas preguntas. Señalarlos en el sentido literal, a penas mostrarlos para que cada lector pueda recorrerlos, buscar la información y sacar sus propias conclusiones. Un camino local y otro, internacional.

1. Experiencias locales.

Argentina cuenta con una de las más tristes y celebres experiencias científicas en relación al modelo económico de la sojización que utiliza agrotóxicos. Me refiero a la experiencia de los Campamentos Sanitarios que realizaba la Universidad Nacional de Rosario. Para calibrar la importancia de este fenómeno, vale señalar que en 2016, el responsable académico, y coordinador de los campamentos sanitarios y director del Instituto de Salud Socioambiental, Damián Verzeñassi, fue el único argentino en brindar testimonio en el Tribunal Internacional Monsanto que se realizó en La Haya. La experiencia de los campamentos sanitarios, recabó información científica sobre los efectos perjudiciales para la salud humana y para la naturaleza del uso de agrotóxicos en Santa fe, Buenos Aires, Entre Ríos y Córdoba. A esa experiencia se han sumado, una cantidad inmensa (realmente inmensa) a nivel local como mundial de estudios sobre las enfermedades que produce, principalmente, el uso de glifosato y otros agrotoxicos en general. Incluso, contamos con la experiencia del famoso caso del pueblo fumigado de Ituzaingó, donde un conjunto de madres, a partir del año 2001, se movilizaron por el aumento en la cantidad de casos de cáncer infantil y en adultos, malformaciones congénitas, leucemia, abortos espontáneos, hipotiroidismo, entre otras enfermedades. Luego de 10 años de resistencia y movilización, las madres de Ituzaingó lograron llevar a juicio su caso, y en 2012, fueron condenados los responsables por “contaminación ambiental dolosa”.1

Ahora bien, a pesar de una abrumadora verdad científica, el gobierno argentino, sigue promoviendo, subsidiando y negociando con agrotóxicos. Más aún, argentina es uno de los países que lidera a nivel mundial su utilización por metro cuadrado. ¿de qué ha servido entonces la ciencia? ¿Qué cambios produjo toda la evidencia sobre los agrotoxicos en las políticas agropecuarias nacionales?…

El segundo caso local, nos toca más de cerca: los derrames de cianuro de la mina Veladero en San Juan. En los años 2015, 2016 y 2017, la mina tuvo varios derrames sobre la naciente del rio Jáchal, que alimenta al pueblo del mismo nombre. Como es obvio, durante todo el proceso de apertura de la mina (el mismo que ocurre hoy con MARA), la Barrick Gold y el gobierno de San Juan, negaron hasta el hartazgo cualquier posibilidad de incidente. Juraron y perjuraron que el proyecto era seguro, que no habría riesgos, que nada podía salir mal. Pues lo cierto, es que luego de que la Asamblea Jáchal, denunciara a la empresa, esta última reconoció que hubo varios derrames, uno de ellos de 15 mil litros de cianuro en la naciente del rio. A pesar de que se demostró científicamente que la presencia de metales pesados en el rio Jáchal era 28 veces superior luego del derrame, la mina siguió operando y funcionando. Como era de esperarse, la justicia inclino la balanza a favor de los empresarios poderosos y los gobernantes corruptos. Hasta el día de hoy, Veladero sigo operando como si nada hubiese pasado, y el pueblo de Jáchal, que se quedó sin su principal fuente de agua, sigue pidiendo justicia.

Ambos casos comparten un mismo aprendizaje: la ciencia no puede doblegar al poder político-empresarial2. Es una ingenuidad inmensa, por no decir, una tomada de pelo, creer que un gobierno prominero, y una empresa accionaria de un proyecto minero, pueden elaborar un informe científico imparcial.

2) Experiencia internacional

Para una gran cantidad de científicos a nivel mundial, este párrafo que voy a escribir, es tan obvio, que debería indignarlos tener que leerlo. Pero este es justamente el problema con la ciencia, que no importa cuán obvio y claro sea su análisis, la sociedad también se guía y construye sus opiniones por un montón de otros discursos. Es decir, la ciencia, es tan solo, un discurso más entre otros, el político, el espiritual y religioso, el cotidiano, el “sentido común”, el histórico, el comercial, etc. Etc.

Pero, ¿Cuál es la obviedad que indigna a lxs científicxs? La que hace meses fue publicada y mundialmente comentada por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Nuevamente, apenas se pueden señalar todas las implicancias del informe, y todas las ALARMAS, que la ciencia nos está dando sobre el cambio climático y los modelos económicos que en la actualidad impactan de manera irreversible en nuestro ambiente. La información científica, a veces es demasiado simple. Pareciera que necesitamos una compleja y elaborada respuesta, en lugar de un claro y sencillo argumento, del tipo, “esto ya no es posible”. Hoy la ciencia nos dice algo sencillo y contundente: ya no podemos explotar más la naturaleza. No podemos seguir permitiendo megaproyectos económicos, que utilizan millones de litros de agua y explotan por los aires, miles de toneladas de montañas. Simplemente, ya no son viables los proyectos que alteran drásticamente la naturaleza (proyectos como el de MARA, como todos los de litio en Fiambalá y Antofagasta)

3. La ciencia ya habló.

No necesitamos la Mesa Científica de Jalil, ya existen muchas certezas científicas de que este modelo no sirve, nos empuja a un umbral invivible y destruye nuestro único mundo. Nos estamos ahogando, y ningún manotazo nos va a salvar. Es hora de tomar decisiones políticas serias, pensando en el futuro y en la vida. Esa decisión implica decirle: No a los negocios por sobre el ambiente. NO a los dólares por sobre la naturaleza. No a la riqueza de unos pocos, por sobre la pobreza de una mayoría. No a la megamineria, si a la vida.

1 Para información sobre el caso y la problemática, puede consultarse: Blois, P. (2018). Ciencia, glifosato y formas de vida. Una mirada antropológica sobre el debate en torno a los agroquímicos; Svampa, M. y Viale, E. (2014). Maldesarrollo. La Argentina del extractivismo y el despojo. Buenos Aires: Katz Editores.

2 Para interiorizarse en ambos casos y la relación ciencia-poder, recomendamos enfáticamente, el libro del biólogo y filósofo, Guillermo Folguera, “La ciencia sin freno: de cómo el poder subordina el conocimiento y transforma nuestras vidas” (2020).

Crónica desde Andalgalá en días de represión

1. Los escudos

Son casi las nueve de la noche del domingo. Hace una hora volvimos de Andalgalá. Salimos desde la ciudad el sábado al mediodía, con el tiempo justo para llegar allá, tomar unos mates en Chaquiago, abrazarnos con lxs compas, y arrancar a la plaza 9 de julio para la Caminata por la vida N° 640. Como nos imaginábamos, no fuimos los únicos en viajar para sumarnos a la caminata. De Belén, de Santa María, de Tucumán, de Poman, de Londres, de Ancasti, de la Rioja, también se vinieron. Así pasa cada vez que el gobierno represor @gobcatamarca, vuelve a querer callar al pueblo de Andalgalá, cada vez que la empresa @YamanaGold insiste en su proyecto a través de la violencia.

Todos vamos llegando de a poco, pero la Caminata no comienza hasta que llegan los vecinos de Choya. Esos vecinxs que hasta hace unos meses jamás hubiesen imaginado que su pueblo iba a estar en los titulares de todos los medios locales y nacionales; lxs vecinxs que tampoco sabían lo que es un ataque de la policía, lo que es una bala de goma golpeando el cuerpo, el olor de la pólvora, los gritos y las corridas; y al otro día, las citaciones judiciales, el hostigamiento de los patrulleros, los fiscales cobardes asechando a la distancia. Vecinos y vecinas, que conocieron en una semana, toda esa violencia junta. Por eso son los más esperados, los más aplaudidos en la plaza, los más abrazados. También por eso, son los primeros en tener la palabra.

Vecinas de Choya en la Caminta por la vida 640 – 7-05-2022

Son tres las vecinas que suben los dos escalones de la plaza y se ponen de frente a una calle repleta de gente. Mientras dos sostienen una bandera, otra agarra el micrófono. Con la voz firme nos cuenta eso que todos vimos en los videos. Se detiene especialmente para contar ese momento que nos estrujo el corazón, cuando Karina Orquera abre los brazos, y se planta, con las manos desnudas y la cara descubierta frente a 8 policías armados, y les grita esa frase que ya es inmortal, y que es otra de las frases que nos llena de coraje, de valor y de resistencia. Esas frases que nos vuelven poderosos, dignos, invencibles: Tengo un escudo más fuerte que el de ustedes. Esa frase, es también el escudo, su voz y su cuerpo son el escudo, la plaza llena de gente es parte del escudo, los 12 años de resistencia son el escudo, el bloqueo en el cerro es escudo, la asamblea el Algarrobo es escudo, la decisión inquebrantable de que Agua Rica se vaya, es el gran escudo que protege el agua, al Aconquija y a los choyanos.

2. La cuesta más larga de América del Sur

52 km tiene la cuesta que va hasta Minas Capillitas, hasta el campamento donde empieza Agua Rica. 52 km que los defensores del Cerro suben y bajan desde el 5 de abril para sostener un bloqueo que debe ser único en nuestra historia: a cuatro mil metros de altura, donde no hay señal de teléfono, donde no hay paredes para refugiarse del frio, y, sobre todo, donde no hay escapatoria cuando la policía sube con 30 efectivos y los vecinos son menos de 10. Pero las luchas, realmente, no se cuentan en números de individuos. Bien lo saben en estas tierras donde los números siempre fueron una desventaja, porque siempre son más los policías y gendarmes, siempre son más los funcionarios corruptos al servicio de la empresa, siempre son más los medios pagados, siempre son más los fiscales y jueces truchos. Siempre en los números nuestra lucha es desigual.

Vecinos de Choya de la Asamblea Aguas Claras (Foto Asamblea el Algarrobo)

Pero poco le importa eso a los choyanos, a los que vieron con sus propios ojos como la minería empieza a destruir sus ríos y cerros. Ellos saben que su fuerza no proviene de los números, proviene de su convicción en que son las mineras o son ellos, proviene de su amor por esas tierras en las que han vivido toda su vida. Y lo saben también, por los mensajes de los Cerros, como el del lunes 2, el día anterior a la represión. Ese día, relatan los vecinos, un gran guanaco se acercó al acampe de allá arriba. Los choyanos saben que los guanacos son huidizos, son tímidos, rara vez se dejan ver. Ante el mínimo ruido, se van cerro adentro. Pero esta vez fue distinto. El guanaco se acercó hasta los vecinos. Caminó lentamente de un lado al otro por delante de ellos y luego se fue despacio. Para los que estaban ahí, bajo el sol implacable y el viento que corta los labios, el mensaje fue claro: la pacha, también es parte del escudo de los choyanos. Por eso a ellos los protege y en cambio a los mineros los asusta, los persigue en la noche y en sus casillas. Ellos mismos lo dicen, medio por lo bajo, para que no escuchen los patrones. Pero entre vecinos no se mienten, los mineros andan con miedo por entre el cerro, saben que no son bienvenidos arriba, saben que el Aconquija esta de nuestro lado, y que él también se empieza a despertar contra la minera que lo quiere explotar.

Nevados del Aconquija. Cerro sagrado

3. El carnero y los cobardes

El otro que tiene miedo, es Raúl Jalil. El gobernador de las empresas, el que no puede pisar el pueblo de Andalgalá. Tiene miedo por lo que le cuentan los suyos. Los funcionarios que anduvieron dando vueltas. Los que estas semanas pasan rapidito y en silencio por Choya. Los que vienen con mentiras brillantes y se encuentran con verdades ásperas que los vecinos les plantean en la cara, decididos, informados, seguros. Vienen, y así como llegan pegan la vuelta para la capital.

Funcionarios del gobierno en Choya días antes de la represión

No hace falta que cuenten mucho, el carnero se entera todo por la cobardía en las miradas. Por eso manda a otro, y a otros, pero nunca viene él. Es que no tienen qué decir, comentan los vecinos, “si acá se ve clarito como están destruyendo el rio, qué va a poder decir”, repiten de casa en casa. Por eso manda gente de afuera, patotas privadas que vienen de Tucumán, fiscales nuevitos que no duran ni un día y ya están pidiendo el traslado. Y así como el carnero se esconde en su guarida, la empresa saca a la calle todo su arsenal, porque también se la ve fea. Ya no le alcanza con repartir sus miserias, ya no le alcanza con sus propagandas y promesas. La gente le desconfía, ellos cada vez más ricos, y acá todos cada vez más pobres. Por eso sacan la vajilla de fiesta, regalan motos, bicis, juguetes, hacen concursos, sobornan y compran, endulzan y reparten. Pero, así y todo, la bronca no afloja, los globos se desinflan y la tensión sigue ahí en el aire, inamovible. El encanto de la fiesta dura poco, la música se apaga, pero el murmullo de la bronca sigue latiendo en cada casa del pueblo, por eso a penas se hace de noche, tienen que volver a sacar a la policía.

4. El horno no está para bollos

En cada conversación se escucha lo mismo: estamos hartos, esto ya no va a ir para atrás, esto es a vida o muerte. Si no se van, no va haber paz, ni mañana, ni en los próximos diez años. Ya no importan las represiones, ya no importa “que nos vuelvan a cagar a palos”. Ya hubo una en 2010, y otra el año pasado, y otra esta semana. Y al principio se metían solo con los “referentes”, con los más conocidos. Y después empezaron a meter en cana a los jóvenes y las mujeres. Y ahora le empiezan a disparar a cualquiera, a vecinos que trabajan en sus campos y están ahí en sus casas, ya no se sabe que puede pasar. Ya no se aguanta más, y de acá la gente no se va a ir. Los de choya están hace mil años ahí, qué hay más catamarqueño que un choyano, se preguntan y se ríen. Pero la risa dura un segundo no más y después vuelven a trabar la cara: el horno no está para bollos. Dice una vecina que otra le contó que ya están desarmando La Alumbrera, parece que se llevan las máquinas grandes para otro lado, “ojalá se lleven todo a la mierda de una vez”, me dice mientras mira unos árboles hermosos en la plazoleta del barrio centenario.

La semana vuelve a comenzar. Mientras salga el sol mañana, los choyanos van a seguir allá arriba en el bloqueo, y las máquinas de la empresa también van seguir allá arriba en el cerro, pero los dos no pueden convivir, uno tiene que bajar. Y por si les quedan dudas, no van a ser los nuestros, no van a ser los defensores de Andalgalá.

Por Manuel Fontenla, para Asamblea Pucara.