LA GUERRA DEL AGUA

El reciente fallo de la Corte de Justicia de Catamarca declara la inconstitucionalidad de la ordenanza 029/16 que prohíbe la megaminería en la cuenca alta de Río Andalgalá. Entre otras cosas, la resolución señala que, no es necesaria la prohibición, basta con que se controle adecuadamente para así proteger el ambiente. Por lo tanto, dice algo así como que confiemos en la Secretaría de Minería que es el organismo que controla a las empresas. Si este organismo provincial no cumple adecuadamente con los controles, a lo sumo, se nos contaminarán las fuentes de #agua, pero no hay otra opción ya que según la constitución provincial la minería es eje de desarrollo.
Pero no hay que engañarse ni dejarse confundir con tantos argumentos legales. La lucha es por el #agua y ese es el núcleo de la disputa acá y en todo el mundo. Mientras cada verano miles de catamarqueños sufren la falta de agua, peregrinando con tachos y baldes en busca de un poco de este elemento vital, las mineras siguen consiguiendo autorizaciones para extraer millones de litros por segundo. Sí, cada segundo, millones de litros de agua son utilizados por las mineras para generar sus ganancias. Así, aceptamos cambiar nuestra agua por billetes. Esa es la transacción que hacemos cada vez que aceptamos o permitimos el ingreso de una nueva explotación minera de oro, plata, cobre o litio en nuestros territorios. Hace unos días atrás el agua empezó a cotizar como un activo más en la bolsa de Wall Street. Ello significa que, en un futuro no muy lejano, quien tenga más dinero decidirá quienes tendrán derecho al agua y quiénes no.
La pandemia nos ha demostrado los extremos a los que estamos llevando al planeta. Es urgente detener esta fiebre del falso progreso y de fuentes de trabajo que nos quieren vender tanto estado como empresas. Es imposible sostener la vida en este planeta con los niveles de consumo actual de unos pocos que lo tienen todo. Es urgente volver a la tierra y recuperar formas de producción de alimentos y artículos de primera necesidad sin los niveles de agresión y destrucción generados por la megaminería, los monocultivos transgénicos, la cría intensiva de ganado y toda otra industria extractiva impulsada por los grandes capitales que solo piensan en más ganancias sin importarles la vida de los demás y del planeta.
Sin agua no hay vida.
El Agua de Andalgalá no se negocia