El fin de las verdades jalilistas
Por Manuel Fontenla
(Imágenes de Julio Carrizo)
Un rápido análisis por las tapas de diarios de los últimos meses, muestra claramente que la sociedad catamarqueña atraviesa dos grandes conflictos. El desatado por el furor y la crisis de las cripto-estafas, y por otro lado, los conflictos en Andalgalá, Fiambalá y Antofagasta de la sierra, en lo que se ha llamado “La grieta minera”. Si bien a simple vista pareciera que estos ejes no tienen nada en común, quisiera en los próximos párrafos intentar mostrar que responden a una misma lógica y a un mismo modelo simbólico de negocio. Y que, al haber entrado ambos en crisis, también peligra la hegemonía del gobierno actual. No su intención de voto, no su poder interno, no su capacidad de responder ante los conflictos (democráticamente o no). Sino que, entra en crisis, su vínculo simbólico con el conjunto de la sociedad. Algo que en las provincias feudales suele minimizarse mucho, pero que es fundamental en la política actual.

I. Neoliberalismo y Verdad.
Michel Foucault, es reconocido como uno de los mayores filósofos del siglo XX. Su obra, se dedicó principalmente a estudiar las relaciones de poder y las formas de gubernamentalidad contemporáneas, pero con un particular enfoque que puso eje en los regímenes de verdad que construían esas relaciones de poder y de gubernamentalidad. Gran parte de esta obra ha sido reactualizada para pensar las condiciones del neoliberalismo, entendido este como un sistema cultural, político y económico que opera tanto a nivel local como global.
En esta clave, para muchos autores, un fundamento clave del poder hoy, es la verdad: “Para que haya Poder es preciso que haya Verdad. Donde no la hay, el poder ya no está allí.”
Uno de los autores que ha repensado el legado de Foucault en este sentido es el filósofo político español José Luis Villacañas. En su último libro sobre el neoliberalismo, Villacañas se pregunta cómo se construye la hegemonía en un mundo neoliberal. Y responde, que justamente, es la articulación entre poder y verdad, lo que permite la hegemonía.
En su sentido clásico, la hegemonía era una forma de ejercer coerción, sin dominación. Es decir, lograr que los gobernados obedezcan sin el uso de la violencia. No obstante, la hegemonía entró en una crisis aguda luego de la guerra fría y la caída del muro de Berlín. Luego de lo que se ha llamado “la muerte de los grandes relatos”, es decir, la muerte de las grandes verdades que podían ejercer de fundamento a la hegemonía. La anomia social, la desintegración de los valores de cohesión social, el individualismo extremo, la crisis del humanismo, el sálvese quien pueda, los fundamentalismos religiosos, las nuevas derechas racistas y xenófobas, los derechos individuales (propiedad y consumo) exaltados a último fundamento de la democracia, son distintas expresiones (causas y efectos al mismo tiempo) de un mundo que, por mucha globalización que tenga, no parece encontrar valores compartidos.
En este sentido, Villacañas, muestra cómo la hegemonía construida por el neoliberalismo, tiene como bastión fundamental la concepción de libertad individual. La única verdad que ha logrado alcanzar un estatuto global. Ahora bien, esa libertad individual, no significa en el imaginario neoliberal, “igualitarismo”, ni “libertad política”. Tampoco se trata de libertad en la clásica división privado/público, ni libertad democrática. En el neoliberalismo, esa libertad, en primer lugar, es libertad del Mercado y ante el Mercado. Es decir, el Mercado como gran imaginario de libertad, ha permitido terminar de disolver el carácter colectivo del fundamento social, y al mismo tiempo dejar en pie una GRAN VERDAD, un sentido de la libertad, lo suficientemente global y colectivo para constituirse en hegemónico. Ya lo dijo Divididos hace muchos años: “No estoy sólo, puedo salir a comprar”. Ahora bien, Villacañas insiste en que, el neoliberalismo es un “arte racional de gobernar”, si y solo si, logra que los gobernados acepten esa Verdad.

II. El fin de las verdades jalilistas
Llegados a este punto, nuestra pregunta central es ¿Cuál es la Verdad que le da poder al gobierno de Jalil? Permítanme dar una respuesta rápida y luego analizarla. El gobierno de Jalil, ha construido su Verdad apoyado de manera radical, en la gran verdad del imaginario neoliberal. Tanto su persona, como su gobierno, encarnan a la perfección el sentido de la “libertad individual por el mercado y ante el mercado”. Jalil como empresario exitoso a nivel individual y como gobernante exitoso frente al mercado internacional (chino, canadiense, alemán, etc.) encarna ambas figuras. Sin embargo, Jalil sobreestima la Verdad neoliberal, a tal punto, que, siendo gobernador, se ha permitido decir que “la gente está cansada de la política”. Esa, es la máxima expresión de la Verdad de Mercado, de la hegemonía alcanzada por el mantra del neoliberalismo: más mercado, menos política.
Sin embargo, el Bacchiani Gate y la grieta minera, son la prueba viviente de que el Mercado está fracturado como Verdad. Veamos por qué.
A pesar de sus obvias diferencias, el modelo económico “Bacchiani” y el modelo económico “Agua Rica”, tienen puntos en común. El primero, es el tipo de imaginario que movilizan. Su gran atractivo, depende de la PROMESA RAPIDA de maximización de ganancias. Está harto estudiado, el impacto que tienen en nuestras vidas, las soluciones inmediatas, mágicas y sobre todo rápidas a nuestros problemas. A la hora de caer en una estafa, el tiempo, es uno de los elementos claves. No una riqueza que vendrá en 5 años, sino ya. Bacchiani, prometía a nivel individual, lo mismo que la mega minería de Litio u Oro, prometen a nivel provincial. Y ambas utilizan la misma estrategia. Pueden recolectarse muchos de los anuncios de la megaminería de las supuestas millonarias inversiones del sector, igual que los ultra redituables intereses del trader. No obstante, a poco andar, esas millonarias y veloces ganancias, empiezan a licuarse en el tiempo. Muchos titulares de millonarias inversiones, pero al final, al fideicomiso para los puentes del oeste, los paga el Estado con nuestra plata. El trader, va por igual camino. En resumidas cuentas, ambos prometen la misma ecuación: mucha pero mucha guita, en muy pero muy poco tiempo.
El segundo elemento en común, es que promueven una vida de éxito y estatus atada a ese modelo económico. Es decir, se trabaja con la idea de un símbolo, un ejemplo de éxito que inspire a los demás a sumarse. En el caso del trader, la obscenidad fue alevosa. Autos de lujo, viajes por el mundo, fiestas con famosos. Pero la megaminería opera de igual manera. Viajes al exterior, comparaciones con Denver y Dubái, progreso mundial, y, sobre todo, el mantra de las mentiras extractivistas: divisas en dólares. Nótese que ambos modelos económicos, arrancan prometiendo ganancias en dólares. La más irresistible de las debilidades económicas del pueblo argentino.
El tercer y fundamental elemento. El más atractivo, es que, gracias a los dos puntos anteriores, el modelo “Bacchiani” y el modelo “Agua Rica” trabajan con la idea de “generalizar la riqueza”. Es decir, no son modelos que “combaten la pobreza”, no apuestan simbólicamente por “luchar contra la desigualdad”. Por el contrario, trabajan sobre la idea de “hacer accesible la riqueza”. Con Agua Rica, finalmente los andalgalenses “se volverán ricos”. Con AdhemarCapital, finalmente, el taxista, el quiosquero, el pequeño ahorrista, el comerciante, se podía “volver rico”.
Y es justamente esta, la gran Verdad que se cae a pedazos, aquí y en todo el mundo. El mercado ya no es una Verdad. El Mercado ya no puede si quiera aparentar, fingir, ya no le queda espacio para una mentira más. Los modelos Agua Rica, Livent, 3Quebradas, AdhemarCapital, RT, funcionaron bajo una hegemonía neoliberal que santifica la libertad de poder “progresar” gracias al mercado. Pensémoslo una vez más, nuestro gobernador, llega al gobierno, como empresario exitoso. Ese es un elemento clave de su figura pública. Y es el elemento sobre el cual más insiste: “la gente no quiere política”, ergo, quiere buenos negocios. Y, sin embargo, ahí están, los dos modelos de negocios más promocionados por su gobierno, estrellados contra la pared. Uno en la justicia, el otro en la policía y las calles.

III. Verdad global, confianza local
Para finalizar. El neoliberalismo funciona articulando sentidos globales y locales. Como ha señalado Foucault, y actualizado Villacañas, la Verdad neoliberal del Mercado, tiene su poder y funcionamiento a nivel global. Pero para que realmente sostenga su hegemonía, se “internaliza, a partir de cierto sentido de confianza, de convicción, de aceptación, de obediencia, de vínculo, de salvación, de creencia en la validez de las verdades que garantiza y resguarda el estado local”.
Si el Estado local no funciona de resorte simbólico, se rompe la articulación, y la gran verdad queda flotando en el aire, sin asidero, sin raíces. El estrepitoso fracaso de AdhemarCapital, y el ensanchamiento cada día mayor de la grieta minera, significan la destrucción de la confianza en el estado local. Y sin ese estado local que garantice “la confianza, la convicción, la aceptación y obedeciencia”, pues entonces, la gran verdad, se vuelve insostenible.
En el transcurso de este año, Jalil ha perdido ambas. La confianza local y la gran verdad global.